lunes, 30 de enero de 2012

Hablar.

No se enganchó en un mes y medio. He ahí el meollo de todo el asunto. Y, porque él se conoce, no se enganchará después si ya no se enganchó ahora. Y como yo sí, él se sintió culpable y luego ahogado. Bien ahuená su política, pero no puedo hacer nada ahí. Para mí, las personas tienen tiempos distintos en relación a otras personas. No creo en que uno tenga que engancharse rápido; tampoco me molesta si alguien lo hace antes que yo. Siempre estoy dispuesto a dar oportunidades y a darme lo mismo. Pero él no. Ergo, yo perdí como en la guerra y no tengo nada más que hacer. ¿O sí?

Hablamos harto del tema en verdad. No me sentí muy tranquilo mientras estábamos en ello, pero en persona habría estado completamente desmoronado. Por messenger las cosas son más simples. En todo caso, cobarde de su parte no ser capaz de haberme dicho nada de eso en la cara. Pero no se lo dije. Sí le dije que es bruto y mentiroso, principalmente por mentirme acerca de sus sentimientos. "Cuando me decías 'Te quiero'. "Bueno, no es que lo sintiera del todo; pero si te tengo cariño". Y él lo dijo primero, cosa que yo interpreté como que todo iba viento en popa. Gente, tener cariño y querer no es lo mismo. No cometan ese error en sus casas.

Le dije hartas cosas en realidad, pero nada muy mala onda. No estaba tan destruido por dentro tampoco. Es curioso, pero el día anterior ya como que había asumido esto no tendría segunda parte. Dolió, pero fue también un alivio en parte. Quizás estoy programado para sufrir una semana no más. Lo cual me parece perfecto. El tiempo dirá.

También le dije que quizás debía ser un pendejito de 19 años que no lo pescara para que él se enganchara. Resulta que su anterior pinche era un cabro de más o menos esa edad -quizás tenía hasta 18 en ese momento-, que no le daba mucha bola; anduvieron tres meses y tuvieron la conversación de "¿y qué somos?". "Amigos con ventaja", le respondió el niño. Y ahí quedó todo. Por supuesto, de él se había enganchado como a la semana. "A lo mejor eso me gusta, que no pesquen", me dijo él. Claro, ahí yo recordé todo lo que me decían mis amigos, pero que yo nunca hago caso. "Pero yo no sirvo para esa hueá. Y por eso cago siempre". En verdad no sirvo para los jueguitos de conquista.

Al final le tiré mi rollo de "la vida no me quiere", cosa que él detesta, aparentemente, según entendí de lo que conversamos más en la noche. Pero qué puedo decir, siempre termino culpando a la vida, si me repite las cosas en patrones comunes. Treguas de mes y medio el 2007, 2009 y 2011-12. Se anduvo atrasando un poco en la última, sí. Con el tiempo a uno lo invade la resignación no más. En parte es bueno saber cómo te funcionan las cosas.

Y entonces empecé mi retirada, o segundo intento quizás. No sé bien qué pretendo, menos qué pretende él. Le pregunté si podíamos ser amigos; y acá no es tanto porque quiera jugar a la Sprite (aunque quizás termine siendo así), sino porque en serio me parece que como persona es muy rescatable. Por lo menos para el mundillo este en el que me tocó desembarcar. Pero instantes después metí la colita y empecé a decir lo mucho que lo iba a extrañar también en el plano sexual, y cómo me iba a quedar eternamente con la bala pasada. Porque si bien avanzamos en esa materia, no llegamos al último peldaño, if you know what I mean.

Porque en serio, si una de las cosas que más voy a extrañar es nuestra complicidad y química en la cama. Es un gran compañero sexual, por lo menos para mí, que al igual que él, no tengo tanta experiencia para alguien de mi edad.

Al final terminamos alabándonos mútuamente lo mucho que nos gustábamos como compañeros sexuales. Si seremos geniales, ¿no? Hasta me dijo que era el mejor que ha tenido. Con eso me creo el hoyo del queque, aunque haya tenido como tres más apenas. Lo natural entonces, era ofrecerle seguir como amigos con ventaja. En verdad fue más explícito que eso, pero quiero quedar como caballero todavía (yeah, right).

¿Para delante con esta nueva etapa entonces? Yo no tengo ningún problema. No me asusta engancharme más tampoco. En estas materias yo no tengo mucho miedo en general. En algo que no me paralice. Al final, es un buen premio de consuelo. El mejor que pude sacar.

sábado, 28 de enero de 2012

Albergar.

Estoy mal.

A mis 22 años por primera vez sufro por amor. Bueno, no en realidad, pero lo de los 17 fue harina de otro costal.

¿Y saben? Duele. Duele harto. Siento una pena tan grande como pocas veces he tenido. Creo que me he vuelto monotemático incluso; ya debo tener aburridos a todos mis -no muchos en verdad- amigos con el temita. Pero es que me siento hasta medio enfermo; no es que de verdad lo esté, sino que me siento débil y adolorido. Quién iba a imaginar que a estas alturas de mi vida iba a estar como quinceañero.

Lo peor de todo es que lo ahogué, entonces qué cresta haces para luchar por lo que sientes si cualquier cosa que hagas no hará sino sumar a lo que en principio terminó todo. Me siento de manos atadas, y eso es lo más complicado, lo más difícil de todo. Y ahora sentado frente a mi notebook espero que se conecte a messenger -algunos todavía lo usamos- para decirle que lo extraño tanto. Lo he planeado todo el día, cada palabra, cada segundo de la conversación. Y no apareció. Quizás se fue de farra con amigos. Es popular, eso debió advertirme desde el comienzo que lo nuestro no prosperaría. Por qué alguien como él tendría algo con este engendro de la antisocialidad. Por qué.

La vida es más injusta que la mierda. Y la paciencia no es algo que me funcione de maravillas cuando hay tanto sentimiento involucrado. ¿Sigo una semana más esperando su respuesta? Esa que dijo que me daría, que pensaría, que reflexionaría. La mayor parte del tiempo pienso que no fue sino una excusa para no seguir con esto, que en realidad nunca pensó nada porque no tenía nada que pensar. Pero por otro lado, todavía me sigue hablando apenas se conecta; algo que por cierto siempre hizo, y que se suma a la lista de cosas que nadie hace por mí.

Ya son casi las 00.30, ya cambió el día incluso. No saco nada con esperar más. Hasta donde sé, los sábado también trabaja cuando tiene turno de mañana. Por tanto o se fue de farra y no aparecerá, o bien llegó muy tarde a su casa como para conectarse. Y mientras tanto yo, acá sentado, diluyo mi paciencia segundo a segundo, aguardando por una respuesta que quizás nunca llegará y albergando una esperanza inútil que quizás nunca se cumplirá. Una puta esperanza.